Por Mario Dufort

Esto se lo escribí a mi hermano, cuando supe que Mario había muerto en Montevideo.
Están por hacer 14 años de aquel día triste, y por eso mando este relato, como homenaje a él y como saludo a todos los lo sentimos cerca.

Era médico y tenía como 65 años. Se llamaba Mario Dufort y lo nombrábamos el Muerto porque, de verdad, lo estuvo cuando le dió el primer infarto como a los 25, ahí en Uruguay. Zafó de ese, y antes de llegar a Suecia, de alguno otro más.

Una vez aquí, lo acomodaron con remedios y aparatos que muchas veces le molestaron, había uno que cuando se le estaban por terminar las pilas le daba choques eléctricos, a ese le tenía bronca, creo que se llama desfibrilador, a veces puede causar el efecto de una picana.

También pasaba que algún remedio hacía que el marcapasos no funcionara como debía y el Muerto quedaba de cama. Tocaba el piano y la guitarra, sabía cantar un montón de temas, sacaba la música de cualquier cosa y fue el único que supo decirme como encontrar en Internet el tema "Iracema" por Los Demonios da Garoa. Después de eso, alguna noche de insomnio, lo encontré en la música por los caminos del "Napster".

Si alguien andaba jodido de algo más que de una gripe, le decíamos: "Y, llama al muerto a ver que te dice". El daba esperanzas o consejos prácticos, desde cómo bancarte unos cálculos biliares con alcaucil, o como alimentarte después de la operación de un cáncer de estómago, por eso no te puedo decir que aquí nunca ejerció.

Tenía aún cosas de chiquilín, como por ejemplo, el berretín de tener un barco que nunca pudo navegar, también, de joder a medio mundo, para que lo ayudasen a sacar el barco del agua en otoño y echarlo al agua en primavera. Pero quien se iba a negar a darle una mano al Muerto.

Últimamente andaba jodido, por el café de los sábados apenas venía, siempre en su casa frente a la pantalla de la computadora, rastreando cosas de allá de Uruguay, siempre queriendo saber más. Una de las últimas veces en el café, poco antes del viaje, quiso que se hablara del tema de las papeleras, se ve que el tema le importaba pero nadie le dio bola.

Hacía 15 años que no iba a Uruguay, parece que no le fue fácil decidirse. Supe después que ya no usaba los aparatos desde hacía un tiempo, le molestaban mucho y le dijo a alguien que si le venía otro, que fuera el último, seguro que por eso viajó sin ellos.

Vino por el café a decir que viajaba unos días antes de navidad, se le veía bien, capaz que un poco más gordo, melenudo como siempre, con ganas de prender un pucho aún adentro de la cafetería donde está prohibido. Una vez en Uruguay dicen que lo pasó lindo, no faltó a ningún asado, no hubo ningún vino nuevo o viejo que no probara, hasta hizo planes para volver definitivamente de lo bien que se sentía.

Allá estaba viviendo en casa de amigos, de los de antes, se quedó con un vino cuando la gente de la casa se fue a dormir, a la mañana lo encontraron, esta vez sí muerto, sentado frente a la computadora vaya a saber tratando de aprender que cosas.

Omar Lima

Galería Cerro Limón
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