Encuentro
Y fue seguramente el primer viernes de diciembre, cuando algunas empresas suecas invitan a sus empleados a una cena de navidad.
Miguel salió del trabajo con el tiempo justo de lavarse y cambiarse de ropa, quería tener una ropa diferente en la cena a la que llevó puesta en la mañana, cuando empezó su
jornada.
Sabía que su piel oscura se vería mejor con camisa blanca, encontró una arrugada en el fondo de un bolso.
Mientras se arreglaba pensó que tal vez fue invitado justamente por su color de piel, ya que el no era personal de planta, sino simplemente un suplente al que contrataron
ocasionalmente para trabajar por horas.
Pensó que si a cambio de la cena con jamón, costillar asado, salmón y otras delicias, los suecos querían tener al clásico negrito de la fiesta, el no iba a defraudarlos.
La cena le pareció a Miguel una buena oportunidad para salir y dejar solos a su hija mayor con su pareja, teniendo además en cuenta que el apartamento era de ellos y no suyo.
El mismo no tenía un lugar propio donde vivir desde hacía tiempo, el último había sido cuando se rompió su segundo matrimonio. Generalmente pasaba en casa de amigos o alquilaba
vivienda por un tiempo, por ejemplo, cuando algún compatriota estaba en Uruguay de vacaciones.
Sus relaciones amorosas eran últimamente esporádicas y más aún, las que brindaban posibilidades de alojamiento, sobre las conquistas amorosas Miguel decía ser un asumido
veterano de guerra.
Al salir comprobó que llevaba en su chaqueta el papel con el nombre y la dirección del restaurante, donde a las 18.30, sería el encuentro para la cena.
En la estación de Kallhäll, tomaría el tren local de las 17.27, que lo dejaría en Centralen cercano a las 18.00, aunque no conocía el lugar sabía que quedaba en el centro de
Estocolmo.
El tren llegó en hora, se sintió cansado y buscó un lugar donde no hubiera mucha gente, quería dormir los 20 minutos que le llevaría el viaje.
Aunque a esa hora no era mucha gente la que viajaba hacia el centro, no le resultó fácil encontrar en un lugar tranquilo, el grupo de asientos cercano a la puerta por donde
Miguel subió, estaba ocupado por jóvenes que llevaban latas de cerveza circulando de mano en mano, las chicas del grupo hablaban fuerte y los chicos hablaban y reían a
gritos.
En la mitad del vagón, un grupo de 5 o 6 chicas más jóvenes aún, se reían hasta de la risa y Miguel supo que no tenían miras de guardar silencio.
Al final del vagón, después de la última puerta encontró un lugar tranquilo donde sentarse, del otro lado del corredor, dos chicos con aspecto de latinos hablaban
tranquilamente.
En los asientos delante del suyo había solo una mujer sentada de espaldas, probablemente leyendo.
Los dos jóvenes latinos descendieron en la estación siguiente y ese sector del vagón quedo silencioso.
En el momento en que Miguel se dispuso a acomodar el cuerpo para dormir, escuchó a la mujer que suponía leyendo decir por su celular: Hola cariño; espero no interrumpirte nada
importante?
Miguel se dijo:
---Lo que me faltaba, una mina hablando por celular y además en español, no me voy a cambiar de asiento ahora, no hay otro mejor y tal vez la conversación ya termina---.
Trató de ignorarla, de pensar en otra cosa, de dormirse pero parecía que la cosa iba para largo, incluso llegando a la estación siguiente, la escuchó preguntar a su
interlocutor si tenía tiempo, ya que quería contarle algunas cosas.
---Más todavía, si hace rato que lo viene chamullando, estas tipas parece que tienen teléfono gratis pensó Miguel.
Se le ocurrió que debería prevenir a la mujer que el hablaba español, ya que no era su intención ser indiscreto, pero intentó entretenerse leyendo un periódico que encontró
abandonado en el asiento de al lado, le resultó imposible concentrarse.
La mujer era relativamente alta y vestía ropa oscura, chaqueta y falda, el único detalle llamativo de su atuendo, era un pañuelo de colores vivos que llevaba al cuello, el
acento de su español era del caribe.
Tenía el pelo visiblemente teñido de castaño claro, ya que ese color no correspondía con la tez morena de la piel que Miguel le apreció en la mejilla derecha.
En un momento Miguel dejó de escuchar, porque el sonido del altoparlante del tren decía: Nästa
Spånga, comprendió entonces, que no se había molestado porque el altavoz interrumpiera su intención de descanso, sino más bien porque no le permitió escuchar claramente
lo que la caribeña decía.
En el trayecto entre las estaciones de Spånga y Sundbyberg, Miguel pudo saber, entre otras cosas, que ella vivía sola, que había obtenido una pensión anticipada por un
problema en la espalda y que tenía a su madre en Suecia, viviendo en una casa de salud.
Ella dijo:
---Escucha bien cariño, que quiero hacerte una propuesta que vengo madurando desde hace un tiempo---
Miguel afinó el oído, la propuesta incluyó la revelación de que ella era colombiana, ya que le preguntó a quien ella llamaba 'Cariño', si le gustaría que juntos
volvieran a Colombia.
Las razones de tal propuesta eran que ella estaba cansada de estar en Suecia, que era todavía joven, que se sabía atractiva y que no quería comenzar a envejecer en este país.
---Hay negrita querida, aquí tenés un Uruguayo que por ahí te acompaña al fin del mundo aunque todavía no te haya visto ni la cara---, Se dijo Miguel ya interesado peor a la
vez lamentando que no fuera el quién recibiera la propuesta, lamentó además, que ella fuera joven todavía y el ya fuera un veterano de hacía tiempo.
Sabía que ella pasaría a su lado cuando fuera a descender, si es que no seguía a un lugar más lejano que Centralen, entonces sí podría ver de frente a esa atractiva joven que
siguió diciendo por el celular:
---Mira cariño, ya lo tengo todo pensado, alcanza con que yo venda uno de mis apartamentos de Estocolmo, y con ese dinero comprar una vivienda cómoda en Bogotá, un lugar donde
tener también a mi mamá.
El otro apartamento lo dejamos alquilado, para tener un ingreso con que solventar algunos gastos, con un poco más que yo ponga y algo tú, tenemos de más para invertir en algo,
un comercio, restaurante, lo que sea, algo que a ti y a mi nos guste. Que te parece la idea? --- terminó diciendo ella.
El silencio prolongado que siguió, hizo sospechar a Miguel la respuesta a esa pregunta sería negativa.
La voz de la mujer cambió cuando dijo:
---Bueno, no sabía que tenías esos planes y que te sentías tan bien en Suecia, disculpa mi falta de tacto al decirte esto así nomás por celular y sin prepararte, pero es que ya
sabes, si una no pregunta no sabe---.
Ella no se bajó en Karlberg y con ello aumentaba la chance que se bajaran en la misma estación.
Miguel recordó, que la combinación de pareja colombiana con uruguayo no la conocía, aunque sí, casi todas las demás, y esta vez se dijo:
---Tranquilo negrito que la cosa no es contigo---.
Entre Karlberg y Centralen lo único que ella dijo fue que ella dejaba planteada la propuesta, y si el lo pensaba mejor y cambiaba de idea, que la llamara cuando quisiera.
Miguel vio que la intención de la colombiana era descender, solo le quedaba esperar sentado en su sitio para verla pasar junto a el, por el pasillo rumbo a la puerta cercana.
La vio sencilla y hermosa hecha trazos firmes de mujer latina, robusta y de andar resuelto, y vio también que si bien era 'Todavía joven', le faltaba apenas un cuarto de
hora para dejar de serlo.
Se bajó del tren detrás de ella, la siguió de cerca hasta que vio que tomaba el camino del metro por un túnel que une a los dos medios de transporte, sintió en su bolsillo el
papel con la dirección del restaurante donde iba a comer, fue entonces que tomó la decisión de encontrarla de frente.
De dos en dos subió unas escaleras y cruzó Vasagatan, la avenida que hace de techo del túnel que ella en ese momento recorrería, corrió sin esperar a que la luz verde le diera
el paso.
En ese corto trecho, alcanzó a sentir un poco de vergüenza de andar corriendo atrás de una mujer, un negro ya con canas.
Bajó otra escalera también de dos en dos ya casi sin aliento, al doblar para tomar el pasillo por donde ella vendría se la topó de frente y casi chocan, ella hizo un movimiento
brusco por la sorpresa y Miguel, ya con el papel de la dirección en la mano le dijo:
---Ursäkta mig, det var inte mening att skrämmas, kan du hjälpa mig med en adress? (1)
Ella lo miró sorprendida, después miró el papel y luego de recuperar la compostura dijo:
---Vänta, jag ska ta på mig mina glasögon--- (2)
---Creo que por tu acento sueco hablas español--- Dijo Miguel
---Si claro, soy de Colombia---.
---Y yo de Uruguay---Dijo Miguel.
---Por que no me aceptás un café aquí al lado, como forma de pedirte disculpas por el susto, entonces me explicás la dirección tranquilamente.---Propuso Miguel.
---Bueno te acepto un expreso, me llamo Laura.
---Yo soy Miguel.--
Se encaminaron a una cafetería que está en la estrada del metro, solo a unos pasos de donde casi habían chocado.
Laura pidió su expreso Miguel un capuchino, el preguntó si vivía hace tiempo en Estocolmo y ella contó que si, luego ella preguntó algo más y pregunta que va y respuesta que
viene, comenzaron a charlar de muchas cosas, al rato se olvidaron del papel con la dirección que había dado inicio al diálogo.
Miguel propuso otro café, Laura dijo:
---Es que tengo un poco de hambre, no me acompañas tú ahora hasta H\ötorget y yo te invito un kebab?---
---Y si, como no, yo encantado.--- Respondió Miguel.
Fueron aprovechando los andenes del Metro para hacer más corto el camino y evitar el frío, hablando cuando podían ya que los transeúntes los separaba por momentos.
En uno de esos momentos Miguel alcanzó a pensar que en estos tiempos, en que la emoción de un encuentro fortuito se cambia por la efectividad de los encuentros vía Internet, él
había recibido un premio otorgado por la magia de la casualidad.
Y así fue que Miguel cambió las delicias de una cena navideña, por la frugalidad contundente de un de un kebab en compañía de Laura.
El sabor intenso del kebab les dio sed, Miguel propuso una cerveza el un lugar cercano y Laura aceptó con la salvedad de que solo fuese una, porque tenía algo que hacer
temprano a la mañana siguiente.
La cerveza les estimuló a comunicarse mas aún y así siguieron hablando, de muchas cosas, de vallenatos y Carlos Vives, de candombes y Ruben Rada, de Benedetti, de García
Marquez.
Solo algunas veces Miguel se sintió incomodo, fue cuando Laura mencionó lo de su mamá enferma, el problema de su espalda y otras cosas que el ya conocía de la conversación por
celular que el había escuchado en el tren.
En cierto momento Laura preguntó a Miguel que era la dirección que el había preguntado en el túnel del metro, Miguel dijo:
---Es que yo estaba invitado a una cena en un restaurante de por aquí, era una fiesta de la empresa donde trabajo, pero ya ves, preferí cambiarla por la fiesta de estar con vos
compartiendo esta cerveza, pedimos otra?
---Para mi también fue muy lindo encontrarte, a pesar del susto que me diste, como te dije antes, debo irme y por eso no te la acepto--- Dijo Laura y continuó.
---Pero bueno, intercambiamos números de teléfonos y ya nos veremos?
En silencio sacó Miguel de un bolsillo una lapicera y en una servilleta anotó su número de celular, se lo dio a Laura y mientras ella lo tomaba dijo:
---El tuyo no me lo des, mejor llamame vos, si es que con lo que te voy a contar no recordás después este encuentro como una canallada, si te lo cuento es que apuesto a otros
encuentros, donde quiero sentirme limpio y con todas las cartas sobre la mesa---
Laura sorprendida abrió grandes los ojos y tensó su cuerpo, apretó fuerte su cartera donde acababa de guardar la servilleta, como si fuera un salvavidas.
Guardó silencio esperando a que Miguel continuara.
---Esta tarde a las 17.27 tomé el tren en Kallhäll rumbo a Estocolmo, busqué un lugar tranquilo del vagón y la mala o buena suerte quiso que me sentara en un lugar detrás de
una mujer latina, que después de un rato comenzó a hablar por celular--- Dijo Miguel y fue lo último.
Laura se levantó lentamente de la silla sin mirarlo, se puso su abrigo y salió del lugar sin darse vuelta.
Miguel pidió otra cerveza, se la tomó despacio, cavilando. Miró la hora y decidió que era aún temprano para volver, quiso darle a la pareja un rato más de tiempo para que
estuvieran solos, pidió otra.
Cuando llegó ya estaba el apartamento en silencio, en la sala estiró el sofá cama y se acostó resuelto a no pensar más en el encuentro, en dejar de valorar si fue acertado o no
contarle a Laura de su viaje en el tren de la tarde.
Puso el despertador de su celular para que sonara temprano y lo dejó a su alcance, para no molestar cuando sonara.
Se disponía a dormir cuando escuchó el sonido que indica el acceso de un mensaje de texto, decía: Ya tienes mi teléfono, llámame un día de estos
Y esa noche Miguel se durmió contento.
Omar Lima
(1): Discúlpame, no fue mi intención asustarte, me puedes indicar donde queda esta dirección?
(2): Espera, me voy a poner los lentes.